La lectura
es una de las primeras actividades que realizara el hombre. La única que brinda
la posibilidad de conocer otros tiempos, lugares y personas sin siquiera
moverse y a su vez permite echar a volar la imaginación sin poner cotas; actividad
que se convirtió en la gran pasión del hombre y que penosamente en la
actualidad se encuentra considerablemente desplazada en el sistema jerárquico
de las actividades cotidianas de la sociedad, aún cuando se puede practicar de
forma libre y espontánea. Sin embargo, la libertad de la que goza hoy en día la
práctica de la lectura ha sido el resultado de una lucha legendaria de los
defensores del libro, pues lo que ha existido a lo largo de la historia es más
bien toda una campaña de persecución de la lectura. Una campaña sistemática
para no dejar leer.
No hay que
olvidar que, durante mucho tiempo, la lectura fue un privilegio reservado para
una minoría. Había pocos libros y su circulación era muy limitada. Por otra
parte, la lectura estaba administrada y controlada por una eficiente maquinaria
de informantes, espías e inquisidores, que tenían como única misión perseguir
libros prohibidos por la Iglesia o por el Estado y castigar con la prisión o la
pena de muerte a los editores que los publicaban o a los que fueran encontrados
leyéndolos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario